Imprimir

Miguel Angel (1475-1564), el maestro de la Capilla Sixtina, escultor de la célebre Piedad, el Moisés y el David, era un genio enfermo: sufría de autismo.

Llamativa, así como controvertida, la hipótesis fue desarrollada por dos estudiosos anglosajones, el doctor Muhammad Arshad, del Whiston Hospital de Prescott, y el doctor Michael Fitzgerald, del Trinity College de Dublín. En un artículo que escribieron en el Journal of Medical Biography, estos científicos sostuvieron que el artista pudo ser víctima del denominado síndrome de Asperger, una particular forma de autismo relacionada con la genialidad, que representaría, sobre todo, "un caso ejemplar de funcionalidad extrema del cerebro masculino".

El mismo síndrome habría afectado a Darwin, Sócrates, y Einstein, según otro libro de Fitzgerald, titulado Autismo y Creatividad. Más allá de que la hipótesis sobre uno de los máximos artistas del Renacimiento fue inmediatamente bochada por varios expertos en arte, los médicos destacaron, para fundamentar su investigación, aspectos del comportamiento de Miguel Angel. Egocéntrico, hipersensible, con escaso sentido común, con tendencia al suicidio, y marcado por actitudes inoportunas, especialmente en el ámbito social.

Subrayaron, además, que detrás de estos "modos", típicos del síndrome de Asperger -que afecta sobre todo a gente con inteligencia superior-, se ocultaba la capacidad de tener ideas excepcionales y originales, así como una marcada propensión al dibujo, a la música y a las matemáticas. "La gran frustración que habría golpeado a Miguel Angel durante los años de arduo trabajo en la Capilla Sixtina" también habría tenido que ver con la misma enfermedad.

Escribe Elisabetta Pique

www.lanacion.com.ar  04/07/04