Imprimir

De la discapacidad al voluntariado

El concepto de discapacidad ha evolucionado de considerarse como un problema del individuo, incapaz de tomar decisiones, con un abordaje médico-asistencialista, hacia una creciente conciencia social, que va reconociendo sus derechos, sus deberes y promueve su autonomía.

El contexto actual, por lo tanto, coloca a la persona con discapacidad en un plano de mayor compromiso y responsabilidad frente a su proceso de integración sociolaboral. Es necesario que conozca su entorno y se dé a conocer, que se permita tomar decisiones, reclamar y hacer uso de los recursos de la comunidad.

Su posición en la sociedad ya no puede ser sólo de receptor de tratamientos médicos, educación especial o ayudas institucionales, la persona con discapacidad necesita construir un rol más equiparado con el resto frente a un mundo altamente competitivo social y laboralmente.

Asimismo, estos cambios condicionan en forma diferente a la sociedad, que ya no puede seguir abordando la problemática de la discapacidad desde una posición paternalista. Es necesario que reconozca las dificultades y también las posibilidades de las personas que la poseen, y a partir del conocimiento asegurar la plena accesibilidad para que puedan desarrollarse en forma libre, autónoma y responsable.

Desde esta nueva perspectiva es preciso que las organizaciones dedicadas a las personas con discapacidad acompañen estos cambios promoviendo procesos de integración en los que haya un mayor protagonismo de todos sus actores (personas con y sin discapacidad). Es decir, la idea es ir construyendo el conocimiento sobre el otro, compartir espacios y tareas, cuidando los aspectos que pueden representar barreras.

En la búsqueda de puntos de encuentro, proponer a la persona con discapacidad realizar acciones de voluntariado puede convertirse en un recurso muy enriquecedor.

Participar de experiencias de trabajo en equipo y de cooperación orientadas al bien común, y ante una necesidad concreta, ayuda a desarrollar la autovaloración y coloca al otro como un igual. Y sobre todo profundiza el sentido de pertenencia en una comunidad que espera y acepta lo que cada uno puede dar.

Desde un punto de vista más práctico y ligado al aspecto formativo, la diversidad de tareas que ofrecen los programas de voluntariado es una excelente oportunidad para que el joven con discapacidad pueda explorar en intereses vocacionales en un clima de altruismo que no encontrará en otros ámbitos.

Esta propuesta es una excelente oportunidad para difundir en forma natural las posibilidades de las personas con diferentes discapacidades.

Rita María Mercuri

La autora es responsable del Centro Dar

www.lanacion.com.ar 19/12/10