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No hay distintos ni diferentes, cada uno tiene sus particularidades, virtudes y habilidades que todo ser humano puede desarrollar siempre y cuando pueda acceder a una educación inclusiva e igualitaria, fundamental para fomentar la integración social.

La Asociación Síndrome de Down de la República Argentina (ASDRA) dice en su sitio web: “Los niños con síndrome de Down podrán desarrollar todo su potencial de aprendizaje y seguirán los mismos pasos que el resto de los niños, aunque más lentamente.

Dependerán, fundamentalmente, de una familia sólida que les brinde amor y pertenencia. También necesitarán de profesionales de apoyo que crean, primero, en ellos como 'personas' y, luego, como 'personas con síndrome de Down'”.

 

Marta Gallardo es directora del área de Educación Especial del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y explica que cuanto antes el chico se pueda integrar a las aulas comunes, “son mejores las posibilidades de que se pueda manejar con autonomía”. Además, afirma: “La escuela como institución tiene que acompañar en la búsqueda de un ciudadano que pueda desarrollarse plenamente”.

La educación para los chicos con síndrome de Down, como aquellos con otras necesidades especiales, tiene deficiencias en términos de acceso igualitario. La primera Encuesta Nacional de Personas con Discapacidad (ENDI), realizada en 2002-2003 por el Indec, determinó que sólo el 9,5 por ciento asistía en ese momento a aulas regulares. En 2008 el Congreso sancionó la Ley 26.378 en donde se ratificó la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, cuyo artículo 24 señala: “Los Estados Partes reconocen el derecho de las personas con discapacidad a la educación. Con miras a hacer efectivo este derecho sin discriminación y sobre la base de la igualdad de oportunidades, los Estados Partes asegurarán un sistema de educación inclusivo a todos los niveles así como la enseñanza a lo largo de la vida”.

Gallardo explica que los jardines de infantes y colegios primarios son los que están “más aceitados” en cuanto a la integración de chicos con capacidades diferentes. Pero en cuanto a los secundarios, afirma: “Lo estamos abriendo, es un proceso que requiere que nos sentemos a trabajar con los profesionales y las distintas estructuras que hacen al nivel medio”. En este sentido, ASDRA presentó en la legislatura porteña en 2010 un proyecto de ley para una educación inclusiva de las personas con necesidades educativas especiales, pero aún no fue tratado.

Por otra parte, están las escuelas especiales que se enfocan en chicos con capacidades diferentes: “Nosotros trabajamos con los potenciales de los chicos, que ellos puedan recibir la mejor calidad educativa, que se puedan formar en la escuela especial y que, como cualquier niño, accedan al derecho a la educación. Hay objetivos a cumplir y a desarrollar para todos. Por ejemplo, con síndrome de Down se estimula el lenguaje, pero no hay actividades precisas, acá se trabaja con la individualidad”, explica Patricia Medina, directora de la Escuela de Educación Especial número 14 de San Telmo.

Allí se trabaja con un gabinete conformado por psicólogos, fonoaudiólogos, psicopedagogos, psicomotricistas, trabajadores sociales y terapistas ocupacionales, que acompañan el trabajo del maestro dentro del aula: “La idea es que el chico tenga su espacio médico en otro lado, pero ante la carencia se trata de cubrir esas necesidades por parte de la institución”, dice. El objetivo de las escuelas especiales es que el chico pueda pasar al colegio común: “Hay una niña que viene acá a la mañana y a la tarde va al jardín. Nuestra mirada es inclusiva”, afirma Medina. En este sentido, Gallardo explica: “La currícula es igual pero el maestro está preparado para hacer las adecuaciones que sean necesarias. Quizás tienen menos chicos y son otros tiempos. Se apunta a llevarlo a la escuela común, pero hay diferentes circunstancias”.

Aún falta para que los chicos con síndrome de Down o con otras necesidades especiales se integren por completo a las aulas comunes. El sistema educativo se tiene que construir como una herramienta fundamental de inclusión social, para que todas las personas puedan desarrollarse sin distinción alguna.

Por  Bárbara Reinhold

www.clarin.com 15/05/12