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Un especialista estadounidense en clima escolar se refirió a este problema global

Para el profesor Richard Cardillo, el humor , las estadísticas y la reflexión son sus mejores aliados a la hora de abordar temas complejos. Desde hace 18 meses, tres veces por semana asiste a la comunidad de la Escuela Primaria de Sandy Hook, Newtown, Connecticut, donde en diciembre de 2012 un adolescente mató a 28 personas, la mayoría chicos de 6 y 7 años. Allí, los maestros insisten con una pregunta: ¿cómo saber si están educando al próximo autor de una tragedia semejante?

Enseguida, aclara que ése no fue un caso debullying, sino de enfermedad mental. Pero señala que, como con el bullying y el ciberbullying, los docentes y los padres pueden darse cuenta de que algo anda mal si están atentos. "Hay formas de detectar a los alumnos que se nos están escapando, que agreden, que consumen drogas y que tienen otros problemas. En la escuela de Newtown estamos tratando de implementar la política de preguntarnos por qué pasan estas cosas", dice durante una presentación en la sede de la UCA, en Puerto Madero.

Cardillo es director de Educación del Centro Nacional de Clima Escolar, con sede en Nueva York, y participó de la redacción de la ley antibullying que el estado de Nueva Jersey sancionó hace dos años. Con tres décadas de experiencia en la docencia en primaria y secundaria, afirma: "Para enfrentar el bullying (y el ciberbullying), hay que saber prevenirlo".

Para eso, propone saber de qué se trata. Pero, antes, realiza un ejercicio sencillo. "¿Cuántos de ustedes tienen un hijo que es agresor?", pregunta a viva voz. "¡Nadie!", exclama, como a punto de demostrar su teoría. "¿Dónde están los padres de los agresores? Siempre los agresores son hijos de los demás", dice como punto de partida del problema con buen español que aprendió en los ocho años de trabajo en escuelas de Perú.

Entonces, describe qué es y no es este hostigamiento entre pares. "Cuando un chico quiere la pelota de otro y se la saca, es un conflicto -aclara-. El bullying reúne tres requisitos: tiene que haber una diferencia de poder entre los pares, el agresor tiene que tener la intención de hacer daño físico y psicológico, algo que es difícil de establecer, pero también la agresión tiene que ocurrir una vez tras otra, y esto sirve para identificarlo. El agresor tiene la autoestima tan baja que necesita empoderarse y lo hace molestando a otro continuamente."

Desde el Centro Nacional de Clima Escolar (y así también lo hacen ONG locales, como Equipo Bullying Cero Argentina), recomiendan que la intervención de los adultos sea rápida. En el aula, hay que detener la agresión, informarle de esta situación a un adulto responsable del agresor y asistir a la víctima de la agresión. Si el hostigamiento es por mensaje de texto o correo electrónico, hay que bloquear al agresor. "No se puede entrar en diálogo. Hay que guardar esos mensajes, imprimirlos y enseguida hablar con un adulto responsable."

En casa, aconseja que los padres conozcan hasta por lo menos los 13 años cada contraseña de los servicios de Internet que usan sus hijos.

"La computadora debe estar en lugares donde toda la familia tiene acceso, no donde los chicos pueden estar solos. Y los padres tienen que tener el interés y la curiosidad suficientes para preguntarles qué hacen con el celular. Al principio, un hijo puede mentir porque es raro que responda que lo usa para ver mujeres u hombres desnudos, pero se está abriendo el espacio para hablar de esos temas", dice durante la charla organizada por el Departamento de Educación, el Instituto de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales y la Facultad de Psicología y Psicopedagogía de la UCA, con la embajada de Estados Unidos y la Fundación del Diálogo Argentino Americano.

Cardillo también sugiere debatir en las clases sobre el poder de las redes sociales, enseñar las reglas de etiqueta de la comunicación vía Facebook, Twitter o WhatsApp "para respetar al otro", y hasta conversar sobre el sex texting (mensajes de texto o imágenes sexualmente explícitas). "Si elbullying en la escuela se combina con el uso de drogas, hay que enfrentarlo con asistencia del hospital, la policía y trabajadores sociales. Si existe, no podemos darnos el lujo de hacernos los ciegos -afirma-. Primero, porque no es legal, y segundo, porque está afectando la salud de los alumnos."

www.lanacion.com.ar  29/04/14