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Es un hábito que crece sin control. Recomiendan acompañarlos en las búsquedas y ayudarlos a diferenciar los contenidos más confiables. El riesgo es que sólo copien y, de este modo, no aprendan.

¿Qué pueblos habitan actualmente la región de la Mesopotamia? ¿A qué escuela pertenece el arte contemporáneo?¿Cómo influye la ética en los actos humanos?

Basta un breve recorrido por las preguntas que se hacen los chicos en el foro Yahoo Respuestas para constatar una realidad que las estadísticas ratifican: la mayoría de los estudiantes argentinos en edad escolar utilizan Internet para hacer la tarea. Los últimos datos de la Encuesta de Consumos Culturales Adolescentes indican que el 60% de los chicos usan la Web regularmente para responder las consignas que reciben de sus maestros. Y algunos expertos señalan que la cifra es incluso más alta. Hace 10 años, sólo 2 de cada 10 usaban Internet para hacer los deberes. En estos días de vacaciones, el lector puede comprobarlo en su propia casa: la mayoría de los chicos recurrirá a la computadora para resolver las tareas que les dejaron los docentes para estas dos semanas.

“Quienes más aprovechan Internet para resolver las consignas escolares son los jóvenes de sectores medios y altos, que tienen conectividad en sus casas.”, describe Roxana Morduchowicz, especialista en culturas juveniles y autora del libro Los chicos y las pantallas . Aunque la llegada masiva de las netbooks facilitó el acceso de más chicos al mundo digital,el 40% de los hogares argentinos todavía no tienen conexión a Internet. Para ellos, consultar Google o Wikipedia exige visitar el locutorio o quedarse a contraturno en el colegio para aprovechar la conexión escolar.

Tal vez ahora no haya libros más viejos que las enciclopedias a las que solían recurrir los alumnos cuando salían de la escuela. Los datos ahora se buscan en las pantallas, y están a sólo un clic de distancia. Por eso, los especialistas señalan que el gran desafío para los padres y docentes es ayudar a los chicos a desarrollar su capacidad de análisis de la información, ahora que el acceso a ella está mucho más extendido gracias a la Web.

“Creo que los docentes tenemos que amigarnos con la tecnología. Debemos entender que los chicos de hoy se relacionan de otra manera con los dispositivos. Dar un espacio de utilización en el aula ya es abrir el juego, precisamente para que ellos aprendan cómo se trabaja con la información”, recomienda Guadalupe Arcidiácono asesora pedagógica y ex directora de la Escuela Secundaria Juana Manso, de Dock Sud. Y añade: “No hay que tener miedo de dirigir el debate, tal como lo hacemos con los libros de texto, confrontando con otras fuentes ”. Ese ejercicio tiene que empezar en el aula, para que después los chicos puedan replicarlo en sus casas, cuando les toque bucear solos en Google.

Internet tiene un enorme potencial para la tarea escolar, pero exige la presencia y el acompañamiento de un adulto que enseñe a discernir dónde buscar, afirman los especialistas.

De la reflexión de docentes y expertos se desprende que no hay dispositivos “inteligentes” sino, en todo caso, usos inteligentes de los dispositivos. Es por medio de esos usos que los alumnos desarrollan el pensamiento crítico, la resolución de problemas, la capacidad de análisis, la creatividad y la innovación, el trabajo colaborativo y las destrezas comunicativas. En otras palabras, en la interacción con Internet los chicos construyen las habilidades del siglo XXI, las que necesitarán para desenvolverse durante el resto de sus vidas.

Claves para evitar el “copy paste”

Los maestros ya no se sorprenden cuando encuentran en los trabajos de sus alumnos frases que no guardan coherencia con el resto del texto, o que parecen escritas por especialistas. Muchas veces alcanza con googlearlas para descubrir que el verdadero autor de esos textos es un usuario anónimo de Wikipedia o un habitué de Rincón del Vago.

“Si el alumno sólo copia y pega sin reelaborar, sin contrastar ni citar la fuente, está haciendo un uso limitado y pobre de la tecnología ”, advierte Roxana Morduchowicz. “La pregunta es hasta qué punto la Web se utiliza para reproducir o repetir la información disponible, y en qué medida se la usa para producir conocimiento a partir de esa información ”, agrega Viviana Minzi, investigadora y profesora de la carrera de Comunicación de la UBA. Otra de las claves que deben tener en cuenta padres y docentes es enseñarles a los chicos a diferenciar fuentes, para que puedan distinguir cuáles son las más confiables. Según los expertos consultados por Clarín, el mejor modo de prevenir el plagio es dar consignas claras y elaborar propuestas que inviten a reelaborar la información. Estas son algunas de las claves: 1. Enseñar a diferenciar entre las ideas propias y las obtenidas en las consultas en la Web. Un método es pedirles a los chicos que marquen con distintos colores aquellas frases que son propias, con otro color las que tomaron literalmente de Internet, y con un tercero las que han parafraseado.

2. Explicarles cómo citar las fuentes consultadas. Muchas veces los chicos no mencionan sus fuentes porque, sencillamente, no saben cómo citarlas.

3. Recomendar fuentes confiables. Si el docente encarga una tarea que los alumnos deberán resolver por medio de Internet, una buena estrategia es sugerir las páginas donde los chicos pueden encontrar buena información, en vez de dejarlos librados a su suerte en la marea de resultados de Google.

4. Evaluar procesos, no resultados. El sitio Plagiarism.org, dedicado exclusivamente a reflexionar sobre el plagio en las escuelas, propone que los docentes revisen los criterios de evaluación, poniendo el acento en los procesos. Afirman que “lo que importa es lo que los chicos hacen con la información, sus esfuerzos de interpretación y análisis”. Si sólo se evalúa el resultado, tal vez los estudiantes se intimiden por la calidad de los trabajos que encuentran en Internet, y terminen copiándolos.

5. Crear webquests. Son trabajos prácticos virtuales que proponen a los estudiantes una serie de actividades a partir de información de Internet. La consigna siempre apunta a que los alumnos reelaboren la información.

www.clarin.com 24/07/14