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Con una mezcla de alegría, curiosidad y nervios, solo en la ciudad de Buenos Aires este martes más de 41.500 niños darán sus primeros pasos en primer grado. En las escuelas públicas, el guardapolvo cuadrillé dará paso al blanco, y en las privadas, los uniformes incorporarán prendas que identifican el nivel; en el aula (no más “la sala”), esperará una nueva disposición de bancos y un gran pizarrón al frente.

También, nuevos horarios y rutinas.

Aunque el cambio sea significativo para la toda familia, estos chicos de alrededor de 6 años –que restan dientes y suman “ventanitas” en sus bocas–, en general viven el comienzo de la etapa como una perfecta continuidad, un momento que llega con la misma naturalidad con la que sus años transcurren.

Si bien entre jardín y primaria hay diferencias, la mayoría de los chicos terminan sala de 5 con actividades y un estilo de trabajo relativamente afín al que harán al comenzar el primer grado. Los colegios que ofrecen ambos niveles tienen la ventaja del trabajo conjunto de articulación: docentes de sala de 5 y de primer grado acuerdan temas y formas para ensamblar el paso de un nivel a otro.

Sandra Basilio y Andrea Schneider, maestras de sala de 5 del Instituto Redemptrix Captivorum del barrio porteño de Caballito, coinciden en que al cambiar de nivel dentro del mismo colegio “la articulación es más fácil: estamos en el mismo lugar, el espacio se respeta, los chicos ven las aulas, conocen el uniforme”.

Para que sus egresaditos 2011 comenzaran a palpar la primaria, la articulación incluyó tanto “el uso del cuaderno rayado para acercarlos al nivel”, como encuentros con los nenes que estaban en primer grado el año pasado. Ya en el aula se conocieron con su futura maestra, compartieron una actividad especial y también “el recreo”, un concepto innovador del tiempo para estos chicos (que además suma el kiosco).

Mientras que las sueños de jardín dieron este pantallazo de lo que vendría, a partir de ahora los maestros de primero trabajarán para que ellos vayan incorporando estas modificaciones y entren en la dinámica del nivel primario. Los hábitos de escucha, orden y concentración para el trabajo serán esenciales para el resto de los aprendizajes.

Pero no todos los chicos tienen la posibilidad de llegar de este modo a la primaria. Hay escuelas que, por la situación de vulnerabilidad social y familiar de sus alumnos, necesitan hacer una profunda adecuación al nivel y empezar casi desde cero en cuestiones como la aceptación de los límites o los hábitos de higiene, por ejemplo .

La escuela Nº 13 “Provincia del Neuquén”, es de jornada completa y recibe “en su mayoría, chicos del asentamiento de La Paternal”, dice la directora de primaria, Sandra Cooperberg, y agrega que allí los alumnos “ suelen estar muy solos, con poco compromiso de sus padres”. Para Cecilia Bazzalo, maestra de primer grado de la institución, la tarea principal al recibirlos es “subirles el autoestima”, que se valoren y valoren sus progresos.

En primer grado, los chicos aprenden hábitos de higiene, orden y escucha; lectoescritura, comprensión; los números del 0 al 100, sumas, restas y algunas situaciones problemáticas, explica Bazzalo. Aún con el trabajo de hormiga que demanda “la realidad de adecuación curricular permanente, porque no se puede encarar un tema para todos por igual y hay que respetar el tiempo de maduración de cada nene”, dice que “es un grado hermoso porque se hacen muchos avances”.

Una situación similar describe Susana Negri, maestra de la escuela N° 8, “Quintino Bocayuva” del barrio porteño Villa Santa Rita. En su experiencia, primer grado “es el más desgastante, hay mucho que encuadrar para poder encauzar el trabajo”; y frente “al abandono de persona, sorprendente en los chicos”, se encuentra con “un trabajo muy asistencial”. Aún así, todos sus alumnos de 2011 “pasaron leyendo, suman, restan, escriben en cursiva, pueden contar lo que entienden y leer grupalmente”.

Marta Cotta, directora de nivel inicial y primario del Instituto Redemptrix Captivorum, habla de la importancia de la personalidad de la maestra de primer grado (y considera un plus que sea mamá) porque, de todos los grados, es el más difícil de tratar.

De su mano, niños de 5 o 6 años recién cumplidos, no solo aprenderán los grafismos de las letras, por ejemplo, sino también a estar en el nivel.

Patricia Damm, psicopedagogía del Redemptrix, asegura que los chicos vienen haciendo una evolución y desarrollo normal: vienen preparados para el cambio . “Las nuevas rutinas de estudio, la responsabilidad, la cultura del esfuerzo, el cumplimiento requerirán el acompañamiento de los padres” . Para hacer la tarea, un buen inicio es apagar la tele y quedarse cerca del niño para que sepa que, si necesita ayuda, “mamá (o alguien de la familia) está ahí”. Necesitan ese apoyo y compañía.

Por Andrea Miranda

Consejos para ayudar a los chicos en su primer grado

Acompañarlos y responder a sus inquietudes con naturalidad, sin connotaciones negativas.

No asustarlos con lo que tendrán que hacer o aprender en la nueva escuela.

Ayudarlos a que se apropien de la etapa. Preparar con ellos los útiles y la mochila; contarles qué llevan dentro y para qué. La nueva etapa perderá el tono de misterio que pueda tener.

Organizar una rutina para hacer las tareas en casa.

No adelantarse ni enseñarles con una metodología diferente a la de clase, puede confundirlos.

Tener confianza en los maestros. Ante una duda: acercarse, preguntar cómo va y en qué se puede colaborar.

Trasmitirles: “Qué bueno que creciste”.

El afecto sobre todo

El próximo martes no será un día más para miles de familias argentinas. Aquellos chiquitos, que poblaban los días con juegos y colores, se calzarán sus enormes guardapolvos blancos (o el uniforme que corresponda) y entrarán en un nuevo mundo de rutinas y responsabilidades .

La primaria implica un gran paso. Hoy los aprendizajes son cada vez más complejos, en un contexto en el que la escuela dejó de tener el monopolio de la enseñanza. Los chicos aprenden a cada minuto, en todos lados: con la computadora, con la tele o en las múltiples actividades en las que participan.

Por eso es cada vez más importante el acompañamiento de los padres: organizarles una rutina para las tareas, acercarse a la escuela y confiar en el maestro, y sobre todo el afecto, tan necesario en esta etapa.

Por Ricardo Braginski

www.clarin.com 26/02/12