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Los primeros tres años en la vida son cruciales. En ese lapso, los chicos transitan uno de los momentos de mayor aprendizaje de su existencia. Lo mismo les sucede a los padres, sobre todo a los primerizos, que deberán acomodarse en el nuevo papel y saber leer todos los cambios de su hijo.

"El desarrollo infantil es un proceso de extraordinaria complejidad, que transforma a un ser vivo en un ser humano. Pero, además, el desarrollo permite un segundo logro: hacer que cada ser humano sea diferente de los demás", escribió el médico pediatra Horacio Lejarraga, en su libro Desarrollo del niño en contexto.
"Se trata de un vasto período. Cuando el bebe nace es un ser sumamente dependiente, que precisa para crecer y madurar, además del alimento, de un fuerte vínculo afectivo con sus padres. Ese vínculo temprano se da, sobre todo y en las etapas iniciales, con la madre que es quien se encarga no sólo de la nutrición, sino también del sostén afectivo que posibilitará el avance psicológico del chico. Ella es capaz de comprender sus necesidades y responder a sus demandas", afirma Nélida Valdata, secretaria de Educación Médica Continua de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).
"En este período es muy importante también el rol del padre, que sostiene ese lazo temprano madre-hijo."
Los primeros pasos
Con relación a la maduración motora, el bebe puede sostener la cabeza alrededor de los dos meses. Luego empieza a llevarse la mano a la boca y manotea las cosas que hay a su alrededor, y cerca de los 4 meses también se las lleva a la boca. Paralelamente, cada vez mantiene mejor el tronco y a los 6 meses ya puede sentarse. Va tomando mayor control de su cuerpo hasta que en el último trimestre del primer año se pone en posición de gateo.
"Los tiempos y los pasos son relativos, pues cada chico tiene sus tiempos y sus intereses. Algunos gatean, y a otros les interesa más ponerse de pie y caminar con sostén en vez de arrastrarse", sostiene la pediatra.
Alrededor del año, el niño camina solo. Los primeros pasos son inseguros, pero progresivamente va adquiriendo más habilidad y ganando confianza. "Cuando el niño gatea o deambula por la casa puede llegar a lugares peligrosos, en esta etapa hay que estar muy atentos a todo lo que sea prevención de accidentes."
"Cerca del año aparece la pinza digital -oponen el pulgar al dedo índice- y están muy interesados en tomar las cosas pequeñas, les gusta comer la comida cortada en pedacitos. Aquí también hay que tener cuidado ya que pueden llevarse a la boca objetos pequeños", advierte Valdata
La expresión también madura. "El lenguaje no es sólo la palabra. Al principio es preverbal, como cuando mira y sonríe o señala algo. El llanto también es una manera de comunicarse, no siempre significa dolor o hambre, y los padres aprenden a entenderlo. A los 7 u 8 meses comienza con las sílabas y al año ya maneja unas cuatro palabras, pero comprende muchas más. A los 2 años ya arma frases."
Por otro lado, va reconociendo a la gente de su entorno. "Al mes aparece la sonrisa social en respuesta al rostro humano. Después surge la angustia del octavo mes, pues empieza a diferenciar a los padres de los extraños y se pone mal cuando se queda solo o con gente que le resulta desconocida."
Explorando el entorno
"Gracias a sus actividades exploratorias y sus enfrentamientos con usted, el niño empieza a dominar su ambiente y a fortalecerse como ser humano eficiente e independiente", dice Tracy Hogg en su libro Esos terribles y fascinantes primeros 3 años.
"Al año y medio hacen berrinches ante sensaciones de frustración. Aparece el no como organizador, que es parte de la lucha por su autonomía. El chico se siente omnipotente y tiene poca tolerancia a las negativas. Se opone a todo. El adulto debe sostener su postura en la situación con firmeza, con coherencia y con afecto, para que el pequeño vaya desarrollando su tolerancia al fracaso", aconseja la especialista.
Entre los 2 años y medio y los 3 aprende a controlar los esfínteres. "Aconsejamos buscar el clima templado para emprender este período ya que una vez que se sacan los pañales es para siempre, si no los pequeños se confunden."
Con el tiempo, su motricidad gruesa y fina se perfeccionan, utiliza verbos, su marcha es más simétrica, sube las escaleras alternando los pies, anda en triciclos, ayuda a vestirse, pregunta por qué muy asiduamente y tolera mejor los límites. Es que llegó a sus 3 años.
Hay algo que es muy importante durante todo este tiempo: la relación con los padres. "En el inicio es fundamental el contacto corporal y visual. Hablarle, cantarle y mirarlo mucho a la cara. Después del mes es bueno colgarle objetos de diferentes colores y formas, el niño será capaz de manotearlos y luego llevárselos a la boca. Una vez que sostiene su tronco es ideal facilitarle el acceso al piso, ya que en el se va entrenando para las distintas posturas. Los adultos tienen que facilitarles todas sus conductas autónomas y marcarle los límites necesarios."
También es primordial contarle cuentos o ponerle música, pues esto estimula el desarrollo de su inteligencia, su pensamiento y su lenguaje. Se establece un vínculo afectivo con los libros y con los adultos que le leen o cuentan historias que perdurará a lo largo de su vida.
Lecturas recomendadas
El cúmulo de libros que recorren los tres primeros años de vida de las personas puede fácilmente desbordar cualquier biblioteca. De los títulos recientemente editados, se destacan: Desarrollo del niño en su contexto (Ed. Paidós, 2003), compilado por el prestigioso pediatra argentino Horacio Lejarraga, propone un enfoque multidisciplinario a partir de la mirada de reconocidos especialistas; Esos terribles y fascinantes primeros 3 años (Ed. Norma, 2003), de Tracy Hogg, se propone como una sencilla guía para padres.
Dónde consultar
•    Sociedad Argentina de Pediatría: www.sap.org.ar .

www.lanacion.com.ar 05/02/05