Imprimir

"¿Sabe a qué vienen los chicos al mundo? Aunque parezca un juego de palabras cómico, vienen a saber para qué vinieron al mundo", apunta muy seria la profesora María Cristina Grillo. "Y si el chico encuentra la gente adecuada (padres contenedores que den afecto y pongan límites, buenos maestros, espacios adecuados para interactuar y expresarse –algo más que el pelotero del supermercado–), lo van descubriendo poco a poco.
Incluso, al ayudarlo, nosotros los adultos profundizamos el conocimiento de nuestra misión en el mundo", agrega.
Grillo es docente en la Universidad de La Plata, de donde egresó como licenciada en Educación Infantil y Artes Visuales. También es profesora en el Centro Junguiano de Antropología Vincular, institución creada hace 20 años para aplicar el pensamiento de Carl Gustav Jung para la solución de problemas educativos.
–Tocó un tema conflictivo: los límites.
–Es que nadie puede hacer todo lo que quiere, pero ¡ojo!, hay que tener muy clara la diferencia entre un límite y una prohibición. Una prohibición es una orden impuesta, que no está sostenida por un argumento racional. Puede ser totalmente absurda y arbitraria, pero no puede discutirse. En cambio, un límite es un borde, el fin de algo y el principio de otra cosa. Tiene una explicación racional, un porqué. Es una condición natural para que el chico pueda desarrollarse.
–¿Cómo se ponen límites?
–Es fundamental un acuerdo entre padres y maestros y que los límites que se pongan se mantengan. Las marchas, contramarchas y contradicciones son nocivas; es importante dar explicaciones breves y sencillas para evitar malentendidos. Además, hay que poner límites, pero también estimular. Sería ideal que cada no fuera acompañado de un sí, pero desde otro lugar. "Ahora no podés ver televisión, pero podrás hacerlo luego cuando..." Si retamos al chico, no hacerlo delante de otros y, cuando vuelva la calma, acercarnos afectuosamente y dialogar para ahuyentar rencores.
–Hablemos del amor.
–El amor es el motor del desarrollo humano. Lo que el chico necesita más es sentir que es querido, que es especial y único. Pero este sentimiento no podemos simularlo, tenemos que sentirlo realmente desde lo profundo. Debemos dejar que nuestras emociones traduzcan afecto. Sé que a veces no es fácil..., pero hay que intentarlo. En realidad, a los chicos hay que hablarles desde antes de nacer porque ellos entienden perfectamente la emoción de nuestras palabras.
–¿Cómo habría que educar?
–Muchos padres se preocupan por enviar a sus hijos a buenos colegios. Sin embargo, a veces el esfuerzo no arroja los resultados esperados. Porque el problema no es el colegio, es el maestro. Si en una escuela muy humilde hay un buen maestro, la escuelita es un colegio de primer nivel. Los niños necesitan ser educados con cariño, respeto y firmeza. Entonces desarrollan una buena personalidad, excelente autoimagen, autoestima, seguridad, respeto por ellos mismos y por los demás. El maestro debe escucharlo, para ayudarlo a descubrir su sentido de la vida, de modo que pase menos tiempo buscando y más viviendo sus sueños. A su vez, el chico aprende escuchando al adulto, a sus compañeros, la naturaleza, el sonido del viento, el trinar de un pájaro o el sonido de la lluvia sobre el techo de su casa. Parece pura poesía, pero así es la realidad.
–¿Cómo son los chicos del nuevo milenio?
–Creo que estamos asistiendo al nacimiento de una nueva humanidad. Los chicos del nuevo milenio viven una infancia muy distinta de la nuestra, con problemáticas de otro tipo. Y nosotros los educadores debemos ayudarlos a construir su realidad. Es un tema complejo y sorprendente: en 1987, la investigadora Nancy Ann Tape aseguró que existen dos nuevos tipos de niños: índigo y cristal. El índigo se caracteriza por tener fuerte autoestima e inconformismo; es creativo, inteligente, visionario e intuitivo. Tiene grandes dificultades con la disciplina y la autoridad, y se lo suele calificar como "rompedor de sistemas". Se les dio el nombre índigo porque es el color que ven en esos chicos los estudiosos del aura humana. Aparecen a partir de la década del 70, pero se supone que fueron niños índigos Leonardo, Galileo, Max Plant, Einstein, etcétera.
–¿El niño cristal?
–El niño cristal están comenzando a nacer. Es todo lo contrario: pacificador, con mucho sentido de diálogo, equilibrado, y su misión en el mundo parece ser retomar los efectos de las revoluciones desatadas por los índigos para integrarlas y continuarlas.
–¿Algo para un buen final?
Recordar una frase del Dalai Lama, que propuso: "Pensar con el corazón y sentir con la cabeza".

 

www.lanacion.com.ar 15/01/06