Asistimos a un fenómeno de caída de los resultados de nuestro sistema educativo. Nuestros chicos aprenden menos, en un sistema que tampoco ha mejorado sistemáticamente la retención.

Las evaluaciones nacionales no son demasiado confiables, y tampoco traen demasiadas buenas noticias, y las evaluaciones internacionales no logran alegrarnos más.

La percepción es que el sistema educativo está estancado, no mejora y de hecho, no tenemos acuerdos sobre lo que quiere decir mejorar.

Además, discutimos la validez de las evaluaciones internacionales, ocultamos las nacionales o las mostramos tarde y mal.

Nada constituye una referencia para intentar avanzar.

El Ministerio de Educación de la Nación habla de lo que ha repartido, el gobernador de la provincia de Buenos Aires Scioli de lo que ha construido. Pero las escuelas no logran enseñar. No se logra que los chicos aprendan.

En este contexto, hace dos años, comenzamos una experiencia en la Provincia de La Rioja, “La Rioja evalúa para mejorar”. Tomamos 90 escuelas, la mayoría de ellas primarias de zonas urbanas o urbano-marginales.

Evaluamos a los chicos de 3ro. y 6to. en Matemáticas y Lengua, después de un acuerdo con directores de qué y cómo los evaluaríamos.

Al mes les devolvimos los resultados. Con un grupo trabajamos sobre los aspectos problemáticos relevados. A otro grupo, en cambio, les mandamos un informe escrito. A un tercer grupo, por fin, no les mandamos nada. De esa manera, durante un año trabajamos con el primer grupo sobre los focos de problema, los modos de abordarlos.

La aplicación fue cuidada, se explicó el procedimiento, los tiempo y modos de aplicarla. Y los docentes y directores aceptaron la apuesta, trabajaron, se organizaron, recibieron a los aplicadores, hicieron los simulacros y finalmente, aplicaron las pruebas y trabajaron con los resultados.

Primera sorpresa: cuando las aplicaciones se hacen bien, cuando los maestros se sienten respetados, las pruebas se pueden aplicar y sirven.

Esto ya arroja una lección: tenemos que terminar con los slogans.

A dos años del comienzo, los resultados muestran mejoras importantes: los chicos empezaron a superarse, cada vez están mejor, los resultados mejoraron mucho.

Las escuelas han logrado saber dónde están los problemas. Los supervisores, directores y docentes los ven, tienen claro lo que hay que mejorar, lo que deben hacer. Y lo hacen.

La comunidad educativa y los funcionarios empezaron a disfrutar de tener un orden, un modelo de trabajo.

Construimos una línea de base, a partir de la cual empezamos a buscar caminos de mejora. Las escuelas reconocen focos e intentan avanzar “atacando”, priorizando, y socializando las mejoras.

El dato fuerte es que “se puede”, se puede mejorar la calidad educativa.

No se trata de implementar estrategias extravagantes. Sí se constatan logros cuando los docentes y los directivos acuerdan adónde van, dónde están las dificultades, y que trabajan para superarlas. Mejores o peores docentes, directivos más o menos capaces, padres más o menos confundidos: se trata de ordenarnos, plantearnos metas y avanzar. Corrigiendo y rectificando el camino las veces que haga falta, pero sabiendo adónde vamos y controlando si vamos bien o no.

La Rioja ha dado un paso, sabe dónde tiene los problemas y se ha propuesta abordarlos. ¿Quiénes son responsables de este cambio? Cada escuela, cada director con sus docentes, los funcionarios apoyando. Cada uno definiendo cómo cree que puede mejorar, recibiendo asistencia y haciéndolo.

Sería bueno probarlo todos. No parece haber excesivos secretos en la fórmula de mejora de los resultados educativos.

¿Qué recibieron las escuelas? Información, asistencia, escucha, acompañamiento. Sobre todo, se sintieron consideradas en sus problemas.

¿Y si probamos estas iniciativas en todos lados, apoyando a los equipos docentes, dándoles asistencia, escuchándolos?

Estas iniciativas son las que construirán la mejora.

Y de esa manera, a través de este trabajo coordinado y comprometido, un día, en todo el país, empezaremos a construir un camino de intensa mejora de la calidad educativa.

Ya aprendimos que el reparto populista no mejorará los aprendizajes de nuestros chicos.
 
Gustavo Iaies es Director del CEPP.

www.clarin.com  03/06/15

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