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Una cuestión decisiva para elevar la calidad de nuestro sistema educativo reside en contar con docentes capaces, que sientan con autenticidad la vocación de enseñar. Esa aspiración latente se concreta hoy al enunciarse la propuesta de que sean los mejores alumnos de la enseñanza media los que opten por la carrera del magisterio. Lograrlo no es un trámite fácil, en parte porque la profesión docente dejó de tener el reconocimiento que supo inspirar otrora y se multiplicó el número de carreras superiores que prometen mejores logros. Así, el varón se fue excluyendo de seguir la formación docente en busca de perspectivas más alentadoras y la mujer, que en su mayor número tradicionalmente elegía la docencia, se fue incorporando también al diverso mundo de las carreras que daban paso a otros caminos de realización. Esta referencia a los cambios que se fueron operando en las elecciones profesionales no supone una reducción de los valores que la docencia bien ejercida siempre tendrá. Significa que se ha ido produciendo una transición en la cual el adolescente, junto al posible llamado vocacional, siente muchas veces la seducción de otras motivaciones y se decide por ellas, pues estima que le prometen mayores beneficios económicos o sociales.

No sorprende, entonces, que haya que acudir a nuevos medios para afirmar el número de opciones por la docencia. En este sentido, puede ser eficaz la inserción de especializaciones escalonadas en el curso de la carrera que renovarían y darían otros horizontes al ejercicio del magisterio. Al respecto, se presenta hoy la oportunidad de incorporar iniciativas renovadoras en ocasión del debate de un nuevo proyecto de ley de formación docente, presentado por el senador chaqueño Eduardo Aguilar, en el que han colaborado el Instituto Nacional de Formación Docente (INFD) y el Ministerio de Educación. En él se propone crear un sistema de becas para los estudiantes con más altas calificaciones en la escuela media si eligen la carrera docente. Las becas tendrían un monto no inferior a la mitad del sueldo inicial docente. Lógicamente, sólo esto no alcanzaría para inclinar la decisión de muchos, pero sería una contribución de efecto razonablemente eficaz, según puede preverse. El Consejo Federal tendría la tarea de distribuir las becas, en función de las necesidades provinciales y de ciertas áreas del país.

Creado en 2007, el INFD asumió la labor de coordinar las políticas de formación docente en el plano nacional, lo que constituyó un esfuerzo poco común si se considera que existen en el país 1243 institutos de dependencia ministerial y 61 universidades autónomas que se consagran a esa labor. El libro Apostar a la docencia,de Florencia Mezzadra y Cecilia Veleda, con la colaboración de Belén Sánchez, califica con razón de excesivo el número de instituciones consagradas a esa labor formadora de educadores, razón por la cual se ha convertido en un "problema histórico de compleja resolución", pues la reorganización de tan "sobredimensionada oferta presenta fuertes desafíos políticos, técnicos, laborales y sociales". Se sugiere, como solución, que la oferta educativa se concentre en aquellos establecimientos que alcanzan los mejores resultados.

Hay mucho para debatir y decidir ante un problema con numerosas aristas, que reclama un cuidadoso análisis. Los aportes abundan y merecen ser considerados.
En el pasado fue posible encontrar soluciones constructivas que merecieron reconocimiento internacional. Lo que se requiere ahora no es poco, pero es viable: una formación de docentes a nivel de los tiempos, de acuerdo con las actuales demandas de la sociedad y en coherencia con las políticas de un plan educativo nacional.

www.lanacion.com.ar    07/10/15