Asesoramiento y acompañamiento en la crianza y educación de los hijos.

Se brinda asesoramiento a los padres basadas en la crianza con apego y en la disciplina positiva.

Se asesora sobre los primeros aprendizajes otorgando una serie de pautas e informaciones respecto a los aspectos evolutivos, madurativos, sociales y espirituales que favorezcan el vínculo familiar y el desarrollo integral de los hijos.

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Abordaje psicopedagógico integral del niño y su familia.

Se acompaña al niño desde el sufrimiento por sus dificultades de aprendizaje y se aborda la situación desde un enfoque holístico que tiene en cuenta su ser, su sentir y su hacer. Se trabaja desde el afecto y el vínculo con la familia y su vivencia en su trayectoria escolar.

La metodología de trabajo consiste en entrevistas con el niño, la familia y el niño junto a su familia.

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Asesoramiento,formación e información sobre pedagogías alternativas.

Se brinda asesoramiento, información y formación  acerca de las pedagogías alternativas.

Se brinda orientación y acompañamiento respecto a actividades que respeten el interés y el propio ritmo de aprendizaje de los niños basadas en las distintas propuestas que ofrecen las pedagogías alternativas.

El asesoramiento se brinda a familias y/o a grupos o instituciones...

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Tenemos la gran oportunidad de cambiar la educación criando niños felices aprendiendo con alegría, entusiasmo y amor.

Al decir escuela no sólo pensamos en el espacio físico donde se desarrolla la labor docente, sino que también incluimos en esta idea al sistema educativo que en ella se aplica. Varios fueron los objetivos que rigieron a través de distintas épocas la conformación de nuestra estructura escolar. Si analizamos el tema con suficiente profundidad, podremos observar el permanente dominio de dos factores: por un lado, las llamadas normas de ordenamiento y disciplina, y por el otro, el particular método de calificación numérica. Cada uno de estos aspectos actuaba sobre el sistema educativo en forma muy particular: la disciplina, como una expresión de contenido autoritario al que se debía estar sometido, y la calificación, como una forma de medición de la calidad y capacidad intelectual del alumno.

Ambos aspectos fueron los continuos modeladores de nuestra educación tradicional y no permitieron otra cosa que el surgimiento de una escuela típicamente pasiva, con el docente como centro de la actividad educativa y sus clases-conferencias como factor dominante de la tarea escolar. Consecuentemente, el espacio físico donde se desarrollaba este proceso fue también pensado para satisfacer esos requerimientos: una sucesión de aulas cubiculares con alineadas filas de pupitres, en donde el alumno permanecía sentado durante varias horas, escuchando las interminables clases que todos alguna vez conocimos.

Cambiar los métodos

Las recientes evaluaciones de la calidad educativa realizadas en nuestro país han mostrado claramente las profundas carencias del actual sistema educativo, no sólo en el campo de los contenidos curriculares, sino también en el de la metodología que se utiliza para la transmisión del conocimiento. Aunque parecería muy sencillo decir que modificando o "actualizando" los contenidos podríamos obtener mejores resultados en la calidad de la educación, creemos que esto no es suficiente. Mejorando los aspectos temáticos seguramente podremos ofrecer una más actualizada preparación de cada asignatura, pero no perfeccionaremos los instrumentos metodológicos que se utilizan para conseguir una mejor educación.

Actualizar exclusivamente los contenidos es sólo una parte del problema que constituye todo el proceso educativo. El empleo de nuevos sistemas y espacios en educación implica un notable cambio en los métodos que se utilizan en la escuela de hoy. De poco servirá modificar u ordenar en forma distinta determinadas asignaturas si se siguen empleando las mismas técnicas de la escuela pasiva, con las que el alumno se convierte en simple receptor del conocimiento.

Si bien se han desarrollado nuevos y eficientes mecanismos para la transmisión del conocimiento, lamentablemente gran parte de nuestro sistema educativo sigue utilizando todavía antiguas metodologías muy difíciles de ser transformadas si no se producen profundos cambios en toda la organización escolar. La antigua escuela pasiva, con su clásica connotación de autoritarismo y sumisión, deberá dar paso ahora a una escuela activa en donde el alumno sea el artífice de su propio conocimiento, transformándose en el verdadero protagonista de todo el sistema, con el docente como su guía y conductor.

No se trata sólo de un cambio en el ordenamiento del espacio escolar, sino de un cambio total en la instrumentación de la técnica educativa. Conceptos como los de libertad, trabajo, flexibilidad, participación y pertenencia deberían ser continuamente desarrollados en cada nuevo espacio educativo, posibilitando que el alumno sea el centro del sistema, y como tal el artífice de su propio conocimiento. Libertad que permita un mayor y más amplio movimiento del alumno en la realización de las tareas que a diario se le encomiendan. Trabajo que lleve hacia una enseñanza activa y experimental, regulando toda la actividad educativa que se realice en el ámbito escolar. Flexibilidad para incorporar cambios. Y participación permanentemente ligada al concepto de pertenencia, que hará sentir la escuela como propia y cercana a toda la comunidad educativa.

El criterio de libertad, acertadamente manejado dentro del espacio educativo, se deberá convertir ahora en uno de los principales artífices de la nueva organización. La permanente actividad del alumno permitirá una más efectiva valoración de su capacidad y desarrollo, sin recurrir a escalas artificiales que sólo pueden medir la cuantía de los conocimientos adquiridos. La libertad dentro del espacio escolar y la transformación de la escuela en un ámbito de trabajo pleno llevan necesariamente a cambiar los objetivos básicos del sistema educativo. El docente puede aquí encaminar al alumno por el camino del aprendizaje, haciendo que los aspectos curriculares que se quiere transmitir puedan ser plenamente desarrollados y asimilados.

Con la aplicación de estos nuevos criterios, se cambian los roles del alumno y del docente, transformando a cada uno de ellos en activos componentes de todo el conjunto educativo. Cada grupo comienza a realizar su aprendizaje en forma totalmente práctica, trabajando con el docente integrado al equipo escolar. Es decir, la labor de la escuela pasa ahora del maestro al alumno y a todo su grupo de trabajo, convertidos así los alumnos en el centro mismo de toda la actividad.

De ahí que la escuela que hoy necesitamos, alejada de rígidas actitudes autoritarias, se transforme en la verdadera expresión de la vida y el pensamiento de nuestro tiempo.

Más que un reordenamiento

El espacio físico destinado a la educación se transforma entonces en uno de los principales instrumentos que el docente necesita para la realización de la nueva escuela. Los conceptos expresados podrán ser solamente desarrollados si esos espacios son especialmente pensados para el fin propuesto. Recordemos que uno de los criterios básicos elaborados por los grandes realizadores del siglo XX y que aún siguen en plena vigencia fue pensar que las formas de los espacios que se crean surgen invariablemente como expresión de las funciones que dentro de ellos se realizan, es decir que cada espacio organizado por el hombre deberá responder plenamente a una determinada función. La cuestión es definir claramente cómo se organiza cada función y, en nuestro caso, qué características deberá reunir la función "educar". Si definimos a nuestra escuela de hoy con los fundamentos de la escuela activa que antes hemos expresado, podremos llegar a conformar el espacio educativo que buscamos. De ahí la estrecha relación entre espacio y metodología educativa, y su imprescindible complementación.

Los antiguos espacios educativos deberán cambiar profundamente. No se trata sólo de un reordenamiento del equipamiento escolar o de una alteración de sus formas cubiculares, sino de nuevas formas estructurales que, como instrumento de nuestra educación, apoyen plenamente las ideas que hoy se impone aplicar.

Por Jacobo Schneider

El autor es profesor de posgrado de "Espacios para la educación" y miembro del programa de trabajo "Espacios educativos y culturales", de la Unión Internacional de Arquitectos/Unesco.

www.lanacion.com.ar 08/11/02

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