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Un reciente estudio científico ratifica una verdad intuitiva: La gran influencia ejercida siempre por un maestro sobre sus alumnos

No es la primera vez que un estudio científico viene a corroborar lo que, muchas veces de manera intuitiva, las personas y las sociedades habían dado ya por sentado hacía mucho.

Según se publicó recientemente en la prestigiosa revista Science , un grupo de psicólogos norteamericanos, después de trabajar con más de 800 gemelos, llegó a la conclusión de que "los genes de la inteligencia" pueden no desarrollarse de manera plena si a un chico con un gran potencial le toca en suerte un maestro que no sabe explotar sus posibilidades.

Lo más atractivo de este estudio es que demuestra que, si bien los genes pueden explicar diferencias que surgen en temas como la lectura y la comprensión de textos, la habilidad para leer "está influida por el medio ambiente" social. Es decir que, además de tener un buen maestro, la familia, el grupo de estudios y los recursos de que se dispongan dentro y fuera de las aulas son factores clave.

En realidad, desde siempre la atención ha estado puesta en aquellos alumnos que, por distintas razones, tienen sus capacidades disminuidas para aprender en las mismas condiciones que otros comprendidos dentro de los estándares llamados "normales". En esos casos, nunca nadie ha dudado de la importancia de encontrar a los profesionales adecuados (maestros, psicopedagogos, asistentes sociales, etcétera) para llevar adelante un aprendizaje especial.

En cambio, y esto es lo que hace más novedosos los resultados del mencionado informe, aquí se hace hincapié en que, independientemente de los recursos tecnológicos más o menos avanzados con que cuente una escuela, la importancia de la calidad de los docentes a la hora de obtener todo el potencial de los alumnos es un hecho que se ha investigado poco. Por esa razón se decidió hacer el estudio con la participación de 280 hermanos gemelos idénticos -comparten el 100 por ciento de sus genes- y 526 dicigóticos -comparten el 50 por ciento de los genes-, que cursaban el primero y el segundo grado y a quienes se les realizó un examen de su habilidad para leer. De acuerdo con los resultados de la evaluación al inicio y al final del curso, se llegó a la conclusión de que toda vez que el promedio mostraba una mejora de sus notas con respecto al inicio, se debía a que el maestro era de gran calidad y, viceversa, las clases con peores calificaciones a lo largo del año tendrían un mal profesor.

Por supuesto que este estudio probablemente alcance su valor máximo dentro del contexto donde fue pergeñado. Sin embargo, a la luz de los últimos acontecimientos en materia educativa en la Argentina (por ejemplo, las tan promocionadas "rateadas" masivas por Facebook), lo que se rescata del estudio y de lo aportado por distintos expertos en educación locales consultados es que el rol del adulto como interlocutor de los alumnos sigue siendo irreemplazable cuando se trata de compartir con él sus experiencias.

En suma, que los recuerdos y las anécdotas referidas a los grandes maestros que han influido positivamente en la formación integral de sus alumnos -bastaría con mencionar Juvenilia de Miguel Cané para saber de qué se está hablando- se han unido por fin con los estudios más racionales de laboratorio para llegar a la misma conclusión, lo cual no debe ser desechado en absoluto a la hora de seguir planificando la educación de nuestros niños y adolescentes.

Fuente: www.lanacion.com.ar 17/05/10