Imprimir

Por Laura Gutman

Para entender el conflicto, es necesario observar los escenarios completos: cuando nacemos, necesitamos atragantarnos de sustancia materna. Somos totalmente dependientes del cuidado, ternura, contacto corporal, presencia, disponibilidad y apoyo por parte de nuestra madre. Pero , lamentablemente, muchos de nosotros no lo hemos obtenido en la medida en que lo necesitábamos.

 

Eso nos dejó vulnerables e inseguros, aunque luego hayamos demostrado otra cosa. Esa falta interna de seguridad, a medida que crecemos, la buscaremos en otras relaciones afectivas (a veces la proyectamos en otras áreas, por ejemplo, en la estabilidad económica, forjando un lugar de pertenencia social o sumando aliados).

Es probable que durante los primeros amoríos -que es un período de conmovedora fragilidad personal- busquemos "hacer pie" y sentirnos seguros a toda costa. ¿Por qué? Justamente porque nuestra "estructura emocional" es muy endeble.

Tal como experimentamos cuando éramos bebes y no recibimos toda la sustancia materna necesaria, tenemos pánico de que el otro no nos quiera, nos abandone o no satisfaga nuestras necesidades amorosas; igual como nos ha sucedido durante nuestra niñez aunque no tengamos clara conciencia de ello.

Entonces, los varones controlamos a las muchachas. Sentimos que esa "obsesión" es prueba de nuestro amor. Las queremos sólo para nosotros: nos pertenecen y no estamos dispuestos a compartir un solo suspiro.

¿A qué nos recuerda? A la necesidad genuina de cuando éramos bebes y precisábamos a nuestra madre absolutamente disponible para nosotros y para nadie más.

Las chicas provenimos de las mismas historias de desamparo y carencia materna. Por eso nos enamoramos de un joven que sólo tiene ojos para nosotras, que enfurece si alguien nos mira, nos toca o nos distrae.

¿A qué se parece? Al anhelo de que nuestra madre haya priorizado cuidarnos, protegernos y acompañarnos a toda hora, cuando fuimos muy pequeñas. Resulta que ahora nos hemos encontrado: niñas y niños sin suficiente mirada. Ya crecidos. Molestos por los celos de unos y las polleras provocativas de otras.

Miremos la trama completa y, entonces sí, entenderemos la lógica.

www.lanacion.com.ar   10/02/13