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Hace un tiempo, mil profesionales (docentes, pediatras, psiquiatras, neurólogos, psicólogos y psicopedagogos), firmaron un grave documento que denunciaba que se estaba sobremedicando a la infancia. Estimaron que unos 200 mil chicos iban medicados a la escuela. Y todos rotulados con el famoso "ADD" (Trastorno por Déficit de Atención). Chicos distintos con diversos problemas, pero con el mismo diagnóstico y la misma droga como solución.

"Asistimos a una multiplicidad de diagnósticos psicopatológicos y de terapéuticas que simplifican las determinaciones de los trastornos infantiles y regresan a una concepción reduccionista de las problemáticas psicopatológicas y de su tratamiento", decía parte del informe, que entonces fue enviado a los ministerios de Salud y Educación. Lo que se quería dejar en claro es que lo peor que se puede hacer con chicos que presentan distintas problemáticas es homogeneizarlos en lugar de identificar cuáles son las razones que desencadenan sus comportamientos. De ninguna manera hay tantos chicos "ADD", y mucho menos que necesiten ser medicados, advertían los expertos. La droga es el metilfenidato, más conocida por su nombre comercial "Ritalina": mientras dura el efecto el chico está hiperconcentrado. Pero tiene infinidad de efectos adversos: cierra el apetito, da dolor de cabeza, trae problemas urinarios, derrames cerebrales, riesgos cardiovasculares y hasta muerte súbita. "Por suerte estamos viendo que bajó el requerimiento de medicación", dice el psiquiatra Juan Vasen. "El problema es que hoy en día hay una enorme presión para 'normalizar' a los chicos, además de la presión eficientista. Se los ocupa todo el día con mil actividades. Son chicos agotados, y que no tienen margen para que algo les salga mal. Es parte de esta sociedad hiperquinética. Los padres de hoy reclaman dureza, pero a ellos les falta firmeza".

www.clarin.com 11/10/09