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¿Te pueden las medialunas? ¿Y la chocotorta? La voluntad es la habilidad para controlar la atención, las emociones y los deseos que influyen en tu salud, seguridad económica, relaciones con los demás y el éxito personal. La habilidad de hacer lo que realmente importa aún en momentos difíciles.

Todos sabemos bien que necesitamos en cierto modo controlar distintos aspectos de nuestra vida, lo que comemos, compramos, decimos y hacemos. Al mismo tiempo luchamos en algún momento con tentaciones, adicciones, distracciones o inacciones. Es lo imperfecto de lo perfecto del comportamiento humano. No son debilidades individuales que revelan tus falencias como persona, sino experiencias universales y parte de la condición humana. Hoy existen evidencias psicológicas y biológicas que determinan que la voluntad es como un músculo que puede ejercitarse.

¿Sentiste alguna vez a tu voluntad fallando, pudiendo controlar alguna cosa, pero sobrepasada y dejando sin control otra? Lo primero que tenés que desarrollar para mejorar tu fuerza de voluntad es el poder darte cuenta qué es lo que estás haciendo, cuando lo hacés, y comprender por qué lo estás haciendo. Es clave que reconozcas cuándo estás tomando una elección que requiere de voluntad, ya que si no la necesita, sabés que el cerebro tenderá a responder de la forma más fácil, que requiera menos gasto de energía.

¿Cómo entrenar mi voluntad? Todos los corazones varían en cierto grado su ritmo de latidos, aumentan un poco al inhalar y disminuyen al exhalar. Pequeñas variaciones que se conocen como variabilidad del ritmo cardíaco (VRC). Esto es bueno, es sano. Significa que tu corazón está recibiendo señales del sistema nervioso autónomo. Cuanto más estresado estás, lo cual disminuye tu voluntad, el ritmo cardíaco aumenta y la VRC disminuye. Cuando ejercés exitosamente tu voluntad para controlar algo, el corazón se relaja y la VRC aumenta. La variabilidad del ritmo cardíaco es como una especie de reserva de la fuerza de voluntad. Los factores que influyen van desde lo que comemos hasta el lugar donde vivimos. La técnica más comprobada que aumenta la variabilidad del ritmo cardíaco, o sea tu voluntad, es la meditación. Meditá para ganar fuerza de voluntad en tus elecciones. Otra práctica fácil es disminuir tu respiración a cuatro o seis respiraciones por minuto. Eso es unos diez a quince segundos por respiración. Mucho más despacio de lo normal, pero no tan difícil de lograr con un poco de práctica y paciencia. Hacer esto activa tu córtex prefrontal -lo que te permite usar la razón, el análisis lógico-, es decir pensar mejor. Con alcanzar las doce respiraciones por minuto es suficiente para notar cambios en tu fuerza de voluntad. Sólo recordá no contener tu respiración: esto sólo incrementará tu estrés.

Finalmente, el ejercicio físico y dormir bien son otras formas de aumentar tu fuerza de voluntad para combatir tentaciones. No existe un consenso científico de cuánto se necesita ejercitar, pero analizando varios estudios independientes se puede concluir que entre 30 y 45 minutos por día es suficiente. Caminar, hacer jardinería, jugar con tu perro o tus hijos, yoga, deporte de equipo, nadar, etcétera. Al cerebro le da lo mismo. Si te divertís, mejor. La deprivación del sueño perjudica cómo el cerebro y el cuerpo usan la glucosa -la forma base de energía-. Cuando estás cansado a tus células se le dificulta absorber la glucosa del flujo sanguíneo. Esto las deja con poca energía y a vos, exhausto. Tu cuerpo y cerebro se desesperan por energía. Y aunque empieces a reponer la energía con dulces o cafeína, como no es capaz de absorberlo eficientemente es una causa perdida. Los científicos del sueño muestran que con tan sola una noche de buen dormir se restaura la función óptima del cerebro. Otros estudios muestran que con una siestita podés restablecer el foco y la voluntad.

Estanislao Bachrach

www.lanacion.com.ar  31/01/16