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Afecta más a los hombres que a las mujeres y, según los especialistas consultados, el diagnóstico precoz juega un papel fundamental en su evolución.

La dislexia es un trastorno en el aprendizaje de la lectoescritura que afecta el rendimiento escolar del niño, pero que no está ligado con la inteligencia: estos chicos tienen un coeficiente intelectual normal o superior.

Según el médico Kay Heinrichsdorff, psiquiatra infantil del Hospital Alemán, un niño disléxico demuestra un funcionamiento académico bajo. Sin embargo, esto no se debe a que el chico padezca trastornos intelectuales.

El especialista enumeró un grupo de señales de alarma, que suelen estar presentes en los niños disléxicos. "Por lo general, los padres explican, en la primera consulta, que el niño no quiere ir al colegio, no rinde, es inquieto, inseguro, torpe, se distrae, no puede estudiar, tiene dificultad para leer y escribir", detalló Heinrichsdorff.

La Asociación Internacional de la Dislexia , con sede en los Estados Unidos, afirma que este trastorno afecta entre el 10 y 15 por ciento de la población y de cada 10 personas que padecen dislexia, 8 son varones.

El diagnóstico requiere el enfoque multidisciplinario. "El médico tiene a su cargo los exámenes neurológicos; el psicopedagogo determina el coeficiente intelectual a través de un test y realiza entrevistas con los padres; y el fonoudiólogo analiza por medio de diferentes exámenes la competencia linguística del niño desde el punto de vista semántico, morfológico, gramático y pragmático", explicó Martha Boullón, fonoaudióloga del Servicio de Clínicas Interdisciplinarias del Hospital Garrahan.

La prevención

Los especialistas consultados por La Nación coincidieron en que la detección precoz del problema puede evitar mayores complicaciones.

"Es importante hablar de la prevención porque cuando el niño comienza la escuela y se suceden diferentes fracasos acarrea trastornos emocionales para él y para la familia", explicó Boullón.

"Existen ciertos signos -agregó la fonoaudióloga- que pueden ayudar a detectar el problema en un período más temprano que la edad escolar. A veces, en el jardín de infantes la maestra observa que el niño no comprende las órdenes o no desarrolla el aprendizaje característico para su edad, confunde los colores, no aprende a relatar o no se le entiende cuando habla." El contacto con los maestros del niño resulta una herramienta imprescindible para los profesionales.

"El cuaderno es la zona de litigio del niño entre los padres y la institución. Es necesario que sea visto como un lugar de expresión, como un lugar de juego, de ensayo y error", opinó Heinrichsdorff.

Evitar el fracaso

"Muchos de estos chicos tienen trastornos de conducta porque les resulta muy difícil afrontar el fracaso. Es importante no exigirles más allá de lo que ellos pueden dar y brindarles la oportunidad de sobresalir en aquello que saben hacer mejor", dijo Clara Rabela Andrade, fonoudióloga del Hospital Español.

El origen de este trastorno aún está en investigación. Existen causas cognitivas, neurofisiológicas y genéticas. Al parecer, un gen que se transmite por herencia ligado al cromosoma Nº15 explicaría el desencadenante genético.

"Se trabaja con varias técnicas. Una de ellas es la relajación. Por ejemplo, el niño se ubica sobre una colchoneta y el objetivo es que sea consciente de su musculatura. Otra técnica es la gráfica: se realizan juegos organizados para que comprenda el espacio. Por último, los chicos juegan con su cuerpo", detalló Daniel Calmels, autor del libro El cuerpo en la escritura .

Sofía Corral

El trastorno, de la A a la Z

Estas son algunas de las señales que revelan la dislexia.

ww.lanacion.com.ar 31/03/99