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Como educadores, estamos más preocupados por la enseñanza que por el aprendizaje. Pero no podemos enseñar sin un conocimiento de cómo aprende el cerebro, dice Leslie Hart, "... es como diseñar un guante sin saber cómo es una mano (cómo es su forma o cómo se mueve)".

En este sentido, debemos tener en cuenta los aportes de la neuropsicología cognitiva, que estudia los procesos mentales (percepción, memoria, atención, lenguaje, pensamiento, razonamiento, toma de decisiones). Éstos se ponen en funcionamiento para abordar el objeto de conocimiento y su relación con las funciones corticales que los sustentan.

 

Así se establece cómo cada niño y adolescente en particular percibe y procesa la información (es decir, aprende): qué tipo de estrategias cognitivas utiliza, cuáles no y por qué, qué procesos psicológicos corticales se ponen en funcionamiento, cuáles están alterados y cuáles preservados, etc.

Esta tarea, ¿es responsabilidad de los docentes? La respuesta es que si bien es un tema que abordan profesionales de la salud, los docentes debemos formarnos, no podemos desconocerlo. Tenemos en nuestras manos la responsabilidad de que nuestros alumnos "aprendan" y no es una tarea menor.

Nos seguimos preguntando: ¿es responsabilidad de un determinado docente? Es una responsabilidad de todos, cada docente conoce la lógica de aprendizaje de su propia disciplina y es quien mejor puede enseñarla.

Pero no es el único. En la actualidad muchas escuelas han dispuesto como espacio curricular la metodología de estudio. Pero no podemos olvidar que, de no mediar un trabajo articulado con todos los docentes del curso, se corre el riesgo de convertir esa actividad en un mero "recetario de técnicas" que los alumnos podrán manejar, pero sin transformarlas en herramientas de procesamiento de información en la ocasión oportuna y adecuada.

También se ha encomendado esta tarea a docentes-tutores. Pero no debemos perder de vista el rol central del tutor, que es más amplio y permite en el seguimiento individual, personalizado, una mirada integradora que no sólo contempla los modos de aprender, sino cómo éstos están relacionados y/o condicionados por los vínculos que establecen con los docentes y sus disciplinas.

Es fundamental, entonces, jerarquizar su rol y desde allí habilitarlo, capacitarlo, para que la acción tutorial y la enseñanza de la metodología de estudios confluyan al mismo fin, que es la mejora de los aprendizajes.

La metodología de estudio debe ser un proyecto de toda la institución, que debe capacitar y acompañar a todos los docentes. El desafío será el de siempre, hacer mejor la escuela.

Por Silvana Corso y María de las Mercedes Urteaga  

www.lanacion.com.ar  19/08/13