Imprimir

Diversas investigaciones nacionales e internacionales demuestran que la asistencia al jardín de infantes mejora las probabilidades de los niños de transitar exitosamente la primaria. Una de ellas, de reciente data y realizada por economistas de renombre, presenta evidencia, incluso, del positivo impacto de un año de nivel inicial en el rendimiento en la enseñanza media.

Las experiencias de aprendizaje y socialización que los niños tienen en el jardín son distintas que las que el niño puede desarrollar en su casa, por más "estimulación" y "buena voluntad" que pongan los padres, abuelos o hermanos mayores.

Hay contenidos que sólo se aprenden en el espacio escolar. A modo de ejemplo, podemos mencionar el manejo de materiales, la iniciación en la alfabetización, ciertos aspectos de los procesos de socialización, como aprender a compartir, a hablar por turno, a escucharse. El nivel tiene, además, externalidades positivas para la familia.

Sin embargo, a pesar de la relevancia del nivel inicial, en muchas ocasiones la agenda de políticas educativas no prioriza las acciones necesarias para garantizar a todos los infantes el acceso a él. Por ello se observa una importantísima desigualdad en el nivel inicial según el nivel socioeconómico de la población.

Retraso más pobreza

Así, mientras que la tasa de asistencia escolar a los tres años para el quintil de ingresos más rico es del 63,9%, para el quintil más pobre es del 13,6%. En la sala de 4 años, esta diferencia es de un 92,2% para el quintil más rico y de un 40,8% para el más pobre.

El nivel correspondiente a preescolar tiende a equilibrarse un poco más: el 96% de asistencia en la población más rica y el 84,4% en los más pobres (Encuesta Permanente de Hogares, 2005).
Los datos son abrumadores. Confirman, una vez más, lo que todos sabemos: la injusticia no es ajena al sistema educativo.

Lo grave es que el Estado incumple una vez más con sus obligaciones. En la gran mayoría de los casos, los padres quieren mandar a sus hijos al jardín, pero no tienen ninguna posibilidad de hacerlo porque no hay salitas suficientes.

El caso de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ilustra tristemente y de modo elocuente esta situación.

¿Cómo es posible que todavía hoy tengamos más de 9000 niños en listas de espera para una vacante en el nivel inicial, sabiendo de la relevancia de este nivel en el futuro educativo de los niños?

¿Por qué hay que recurrir a la Justicia para resolver el problema? Es hora de saldar esta deuda asignando los esfuerzos y presupuestos necesarios para el cumplimiento, con la mayor brevedad posible, de este mandato constitucional. Los niños no pueden seguir esperando.

Silvina Gvirtz

Coordinadora General del Proyecto Escuelas del Bicentenario e Investigadora de Conicet

www.lanacion.com.ar 6/02/10